cosas se vuelve del viaje.
La casa lo acoge a uno como a su dueño nunca mejor dicho, la ducha se vuelve complaciente y descansada y todo parece estar ensu sitio de nuevo aunque los días de viaje hayan podrido la fruta olvidada en el frutero, los mohos también tienen derecho a vivir.
La multitud de artistas callejeros ha estimulado mi sentido creativo y en la tranqulidad apunto nuevos experimentos y materiales simpáticos.
No sé pintar pero me gusta lo que pinto. Así que seguiré pintando aunque sean garabatos.
Parece que el tiempo antes obligado a la contemplación y el aprovechamiento en ver el mayor número de monumentos se ha relajado, de nuevo nothing to do... al menos con tranquilidad.
Vamos retomando el contacto con el día a día mientras pasa setiembre entre las matas del jardín sin arreglar. Habrá que meterle caña...
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